viernes, 26 de marzo de 2010

en el pasto


Me rió gratamente. A mi se me retorció la fibra neutra, pero casi no reaccione, siempre de piedra, no se por qué, pero así. Ella traía la guitarra y tras sus lentes obscuros se adivinaban unas pequeñisimas arrugitas en sus ojos, no se si testigos de mucha risa o mucho llanto, tal vez de ambas. Caminamos juntos un rato conversando sin parar de mil cosas.

Se me había hecho la semana densa como una cucharadita de plomo hasta ese día.

Luego terminamos tocando guitarra en el pasto, frente a las torres de tajamar (creo que ese era el lugar). Las micros, como bestias en estampida hacían un boche tremendo y la guitarra sonaba tímidamente como el dedo de un niño pidiendo la palabra en una conversación de adultos. Yo tratando de escuchar (en teoría eso hacía, aunque en verdad lo hacía) me acercaba a la guitarra, a la guitarra que ella tocaba.

Un par de versos malos mal dichos (mis versos), un deíto malo que tocaba hermoso y una voz lastimada que aun maltratada sonaba cristalino, libre de toda imperfección, impoluta.

jueves, 4 de marzo de 2010

aciagos días grices

hola te dije. pasaron luego largos minutos de silencio.
luego tus labios me dijeron que estabas triste, a lo cual obviamente pregunte estúpidamente ¿por que?.
sonreíste, y dijiste: "cierto, muy cierto ¿por que he de estar triste, teniendo una hogaza de pan en el bolso y alas en mis sueños?".
silencio de mausoleo, solo se escuchaban los lamentos de las calaveras huecas de dientes flojos.
luego una sonrisa piadosa para aliviar la tensión.

luego como es natural, nos envolvió nuevamente la sombra grís